"En un lugar no muy lejano, sino cercano hay una Wawaqutu, que teje historias con palabras fértiles, con pulsiones suaves. Un remedio capaz de reparar y recuperar cualquier ilusión perdida. Prepárate para descubrir lo inesperado en tu corazón. Presta atención y escucha con el oído del alma… Había una vez...”

domingo, 26 de septiembre de 2010

CATALINA LA MONJITA

Descubran la historia de la niña Catalina en esta canción tradicional infántil española, escrita por momentos con juego de palabras, canción distinta, particular, osada y reveladora.


En Cádiz vive una ni,
en Cádiz vive una ni,
que Catalina se llama,
que Catalina se llama.
Su padre era un perro mo,
su madre una renegada.
Todas las horas del di,
su padre la castigaba.
Con un mimbre retorci,
y una soga bien doblada.
La mandó hacer una rue,
de cuchillos y navajas,
y matar a Catali,
antes hoy, que no mañana.
La rueda ya estaba he,
Catalina arrodillada.
Descendió un ángel del cie,
con su corona y su palma.
—Sube, sube, Catali,

que el Rey del cielo te llama.
—Qué me querrá el Rey del cie,
que tan de prisa me llama.
Me querrá ajustar las cuen,
de la mi vida pasada.
La vida será muy bue,
las cuentas serán muy malas.
La niña como es devo,
tres rosarios reza al día,
el uno por la mañá,
el otro cuando podía,
y el otro a la media no,
mientras sus padres dormían.

—Qué haces ahí doncellí,
tan sola y sin compañía.
—Qué tengo de hacer señó,
rezar un Ave María.
—Rézala pues doncelli,
que soy tu Virgen querida.
—Levántese padre mí,
levante con alegría,
que en estos palacios rea,
está la Virgen María.
Que me tengo que ir con Él,
antes de rayar el día,
—Si tú te vas hija mí,
te maldeciré hija mía.
Al oír esto la Vir,
de la mano la cogía,
la subió por un cami,
en donde una ermita había,
y en ella la dejó so,
a que pasara la vida,
un día bajó la Vir,
y le dijo si quería,
si se quería casar,
que muy bien la casaría.
—Yo casarme no señó,
que en la tierra yo podía.
—Que si quería diné,
que dinero te daría.
—Yo dinero no señó,
que mi buen padre tenía.
—Que si quería ser mon,
que monja me metería.
—Yo monjita si señó,
como usté Virgen María.
Sábado la metió mon,
y domingo se moría.
El Arcángel San Gabriel,
tocaba la campanilla.


Texto recopilado por Graciela Repún
La ilustración es de Zime

viernes, 10 de septiembre de 2010

DOMINGO SIETE

CUENTO POPULAR ARGENTINO

Eranse una vez dos compadres, uno rico llamado Cosme y otro pobre llamado Beto; el pobre era tan pobre que a veces tenía que recurrir a la ayuda de su compadre; pero éste era bastante avaro y siempre le ponía miles de "peros" para no aflojarle ni un centavo.

Un día el pobre salió en busca de trabajo pues las necesidades eran muchas y los dinerillos pocos... pero esta vez salió con un rumbo distinto al de siempre.

- "Puede que me cambie la suerte" - pensó y se puso en marcha.

Anduvo hasta casi la oración (crepúsculo) y ya perdía las esperanzas cuando a lo lejos divisó un rancho....

Al llegar comprobó que estaba abandonado y decidió volverse antes de que anocheciera. De pronto sintió que venía gente. El susto lo hizo dar un salto y se escondió en un tirante del techo.

Eran unos paisanos que el nunca vio. Entraron en la casa, prendieron un fueguito y entre vino y vino comenzaron a cantar:

- Lunes y martes,


y miércoles tres,


jueves y viernes,


y sábado seis...

La reunión se iba animando cada vez más y se largaron a bailar, siempre con los mismos versos.

El pobre Beto se divertía de lo lindo pero con el pasar de las horas y siempre la misma canción se comenzó a aburrir entonces cuando los cantores llegaron a "sábado seis", el gritó:

- A las cuatro semanas
se ajusta el mes....!

Los hombres pararon de cantar; miraron al lugar desde donde salió la voz y dijeron: - Baje, amigo, ¿que hace allí?...

- Los oí llegar y me asusté.

- No se preocupe compadre, le estamos muy agradecido porque nos ayudó a alargar un poco nuestra canción - y en recompensa le dieron una gran cantidad de dinero en oro.

Al llegar a su casa pasao de contento, Beto le dijo a su mujer que fuera a los de Cosme a pedirle prestado una balanza para medir las onzas regaladas.

Cosme, intrigado por el pedido, untó un plato de la balanza con grasa con la intención de que un poco de lo que fuera pesado quedara en el plato. Al regresar el aparato, notó que en la grasa había polvo de oro y fue inmediatamente a lo de Beto y le preguntó:

- ¿De donde has sacado oro?

Mientras Beto le contaba, Cosme planeaba hacer lo mismo para ampliar sus arcas; y así lo hizo... fue al mismo rancho, se trepó en la misma viga y llegaron los gauchos cantores que prendieron fuego y descorcharon los vinitos y entonaron:

- Lunes y martes,


y miércoles tres,


jueves y viernes,
y

sábado seis,


a las cuatro semanas


se ajusta el mes...

La repetición del canto empezó a impacientarlo y cuando llegaron a "sábado seis" pegó el grito:

-¡Falta domingo siete!

Los paisanos enardecidos bajaron a Cosme de la viga y en cuanto empezaron a propinarle una paliza, éste logro zafar y salió como alma que lleva el diablo.

La historia se propagó como un secreto a gritos y así cuando alguien dice algo inoportuno se exclama: "¡ya salió con un Domingo Siete!".

lunes, 6 de septiembre de 2010

UN ALELUYA DE JUEGOS INFANTILES


En la antigua sociedad española, los aleluyas, junto con los romances, estampas, relaciones de hechos y otros papeles populares, abrían a sus lectores una ventana al mundo y al conocimiento. Especialmente gracias a sus imágenes, las aleluyas ofrecían una instrucción rudimentaria a los lectores menos cultos y generalmente iletrados, adultos y niños, que a través de aquellos impresos baratos recibían muchas veces sus primeros conocimientos sobre personajes, hechos históricos, arte, literatura, etc., situados fuera de su panorama vital.

Aquí compartimos unos donde se muestran los distintos juegos que entretenían a los niños a comienzos del s. XIX. Aunque chiquito, lo pueden apreciar mejor y conocer má a fondo estos tesoritos de información en: http://elforastero.blogalia.com/historias/48942#ixzz0ynpI3SD5

jueves, 2 de septiembre de 2010

ALGO MUY GRAVE VA A SUCEDERLE A ESTE PUEBLO

DE GABRIEL GARCIA MARQUEZ

Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde:

-No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo.

Ellos se ríen de la madre. Dicen que esos son presentimientos de vieja, cosas que pasan. El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice:
-Te apuesto un peso a que no la haces.

Todos se ríen. Él se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla. Contesta:

-Es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo.

Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con su mamá o una nieta o en fin, cualquier pariente. Feliz con su peso, dice:

-Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto.

-¿Y por qué es un tonto?

-Hombre, porque no pudo hacer una carambola sencillísima estorbado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo. 

Entonces le dice su madre:



-No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen.
La pariente lo oye y va a comprar carne. Ella le dice al carnicero:

-Véndame una libra de carne -y en el momento que se la están cortando, agrega-: Mejor véndame dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado.
El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar una libra de carne, le dice:

-Lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas.
Entonces la vieja responde:

-Tengo varios hijos, mire, mejor deme cuatro libras.

Se lleva las cuatro libras; y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor. Llega el momento en que todo el mundo, en el pueblo, está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto, a las dos de la tarde, hace calor como siempre. Alguien dice:

-¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?

-¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor!

(Tanto calor que es pueblo donde los músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos.)

-Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha hecho tanto calor.

-Pero a las dos de la tarde es cuando hay más calor.

-Sí, pero no tanto calor como ahora.

Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz:

-Hay un pajarito en la plaza.

Y viene todo el mundo, espantado, a ver el pajarito.

-Pero señores, siempre ha habido pajaritos que bajan.

-Sí, pero nunca a esta hora.

Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.

-Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me voy.

Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde está el pobre pueblo viéndolo. Hasta el momento en que dicen:

-Si éste se atreve, pues nosotros también nos vamos.

Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo.
Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice:

-Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa -y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.

Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, clamando:

-Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca.